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Aún recordando la reunión del pasado 9 de enero y deseando volver a estar juntos muchas veces más, a continuación les presento las fotos enviadas hasta hoy por: Héctor Monasterio, Alejandro Robles y J. F. Javier González. Gracias!!!
En la foto de arriba se encuentran (arriba): Alejandro Martínez, Héctor Padrón, Aureliano Chavero, Alejandro Robles y Felipe Becerra. (enmedio): Mauricio Mata, Timoteo Villa, Antonio Pérez, Gustavo Calzada y J. F. Javier, González. (abajo): Búlmaro Huerta, Antonio Rendón, Sara García, Carmen Sinecio, Rosa Vázquez, Amada Rendón y Froylan Huerta.

Atte.
Ciro


Reunión efectuada en diciembre de 2009. De pie: Héctor Padrón, Antonio Pérez, Héctor Monasterio, Gustavo Calzada, J. F. Javier González y Aarón Rodríguez. Sentados: Felipe Becerra, Amada Rendón, Carmen Sinecio, Elizabeth Vázquez, Ma. de Jesús Camacho y Timoteo Villa. Foto enviada por Héctor Monasterio.

Reunión, día 9 de enero del presente en casa de J. F. Javier González. Foto enviada por Alejandro Robles

Ma. de Jesús, Timo y Aarón. Foto enviada por Héctor Monasterio.

Convivio del 9 de enero del presente. Foto enviada por Alejandro Robles.

Aarón, J. F. Javier y Gustavo. Foto enviada por Héctor Monasterio.

J. F. Javier, Gustavo y Antonio Pérez. Foto enviada por Héctor Monasterio.

Héctor Padrón y Felipe Becerra. Foto enviada por Héctor Monasterio.

Ma. de Jesús Camacho. Foto enviada por Héctor Monasterio.

25 aniversario de la graduación, 17 de Julio 2004. Foto aportada por Timoteo Villa.

Celebración del 25 aniversario. Foto aportada por Timoteo Villa.

Claudia (qepd), Sara, Amada y Rosa en la reunión del 25 aniversario. Foto aportada por Timoteo Villa.

Foto histórica (1965 - Col. Miguel Hidalgo) Identificados arriba: Celedonio, José Bailón, Apolinar Hdz., Aarón R., Alejandro Cuevas, Epifanio Leos, Juan (hno. de Cele). Enmedio: Benjamín (qepd), Ramón Monasterio, Toño Olvera, Manuel Briones, Ciro, Chava Garrido (qepd), Noé Vázquez, Victor López (qepd), Reyes Jiménez, Pepe Meza. Abajo: Alfonso Martínez, Lot Olvera, "El Padrecito", Mauricio García y Luis Monasterio.

jueves, 21 de enero de 2010

El Necronomicon, el libro que nunca existió

La polémica que provocó el Código da Vinci de Dan Brown, debido a la mezcla de hechos ficticios con reales, que nos llevó a más de uno, abrir la enciclopedia para ver la deteriorada imagen de la Última Cena de Leonardo, o la relación del Santo Grial, reliquia cristiana afanosamente buscada desde los tiempos del Rey Arturo, con las palabras Sangre Real.

Mucho antes del mencionado Código da Vinci, hubo otro que causó un impacto más o menos parecido, El Necronomicon o Libro de las leyes de los Muertos de Howard Phillips Lovecraft (1890 – 1937) escritor estadounidense, autor de novelas de terror y ciencia ficción. Hojeando una antigua antología de cuentos de misterio y terror, encontré Los Horrores de Dunwich, del mismo autor, historia ficticia sobre los Whateley, una familia de brujos de la región de Boston Mass., predestinada a traer demonios de otras dimensiones para reinar sobre la tierra: …no debe creerse que el hombre es el primero o último de los dueños de la Tierra, ni tampoco que la masa común de la vida y substancia es única. Los diablos fueron, los diablos son y los diablos serán… El Necronomicon se menciona cuando Wilbur Whateley busca el libro que contiene una especie de encantamiento para abrir la puerta a los demonios:

…El invierno siguiente trajo un acontecimiento no menos extraño que la primera salida de Wilbur fuera de la región de Dunwich. Los corresponsales de la Widener Library de Harvard, de la Bibliothèque National, de Paris, del British Museum, de Londres, y de la Universidad de Buenos Aires dejaron de enviarle, sin saber por qué, un libro que necesitaba desesperadamente, cosa que ocurrió asimismo con la Miskatonic en Arkham, por lo que desaliñado, sucio, sin afeitar y empleando su clásico dialecto se dirigió a esta última para reclamar el interesante ejemplar, teniendo en cuenta que era la más próxima geográficamente. Con casi 2,5 metros de estatura, apareció un día en Arkham aquel joven cobrizo de aspecto caprino, reclamando el curioso ejemplar, que se hallaba guardado bajo llave en la biblioteca de la Universidad: el espantoso Necronomicon, del loco árabe Abdul Alhazred, en la versión latina de Olaus Wormius, impresa en España en el siglo XVII…
…Wilbur llevaba el inapreciable pero imperfecto ejemplar de la versión inglesa del doctor Dee, que su abuelo le había dejado en herencia, con objeto de tener acceso al ejemplar latino por ese medio, rogando que le dejasen cortejar ambos textos para descubrir un cierto pasaje que faltaba en la versión incompleta inglesa que él poseía, y que correspondía a la página 75 del texto. Todo esto tuvo que decírselo al bibliotecario, el mismo erudito Henry Armitage (A. M. Miskatonic, Ph. D. Princeton, Litt. D. Johns Hopkins)…
…Él buscaba – tuvo que admitirlo – una especia de fórmula o de encantamiento que contuviese el temible nombre de Yog-Sothoth, pero se encontraba desconcertado, pues no había mas que discrepancias, imitaciones, ambigüedades que hacían muy dificultosa la determinación. Cuando hubo copiado la fórmula que finalmente escogió, el doctor Armitage echó una mirada de reojo por encima del hombro hacia las páginas abiertas; era la de la izquierda la correspondiente a la versión latina, se hallaban contenidas las monstruosas amenazas a la paz y a la sensatez del mundo…

Los párrafos anteriores nos llevaron a pensar que El Necronomicon, realmente existía!!! Cuando la Universidad de Miskatonic ni siquiera existe, aún así muchos bibliófilos se lanzaron en su búsqueda, incluso a mí me hubiera gustado echarle un vistazo al libro, más aún cuando en algunas revistas de divulgación científica popular lo listaron como uno de los libros malditos añadiéndole la tentación de prohibido, temido y perseguido.

El loco árabe Abdul Alhazred no es más que un apodo que Lovecraft se puso en la infancia, inspirado en Las mil y una noches (Alhazred = all has read, el que ha leído todo).

El libro en realidad nunca existió, pero como dirían los seguidores del subjetivismo, existe gracias a aquéllos que crearon la leyenda entorno al Necronomicon, de hecho, se está convirtiendo en objeto de culto, hay varios sitios Web dedicados a éste, surgió una película de terror que pasó desapercibida e incluso hay estafadores que ofrecen la versión original.
Y es ésta precisamente la magia peculiar del libro que nos lleva a creer en lo inexistente (y a que nos estafen)
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